Artículo de Julián Álvarez publicado en ABC (02-11-06)
"Cabe preguntarse: ¿Por qué es malo este nuevo Estatuto? La respuesta es sencilla: objetivamente, Andalucía no tendrá la consideración jurídica que Cataluña, Galicia y Euskadi, ni su capacidad de obtener recursos económicos, ni sus competencias".
"Socialistas y populares acaban de acordar -por supuesto, en Madrid- el Estatuto que, dicen, más nos conviene... a los andaluces. Una magnífica noticia para ambas formaciones políticas, pero de nefastas consecuencias para Andalucía. Nada nuevo, sin embargo, desde que hace 25 años los andaluces consiguiéramos contra viento y marea una posición de igualdad y de justicia en la organización del Estado y que hoy rompe aquella tendencia en beneficio de los poderosos intereses de los partidos de la alternancia. La derecha de entonces se equivocó estrepitosamente aquel 28-F y ahora no lo hace por segunda vez: sencillamente jamás ha salido de su error. El PSOE ha tardado -y ésa sí es la novedad- 25 años en hacerlo. De una vez se ha quitado la careta y ha dejado al descubierto su concepción asimétrica de la estructura de Estado y la posición subordinada que reserva para Andalucía.
Pero más allá de las aparentes valoraciones, cabe preguntarse: ¿Por qué es malo este nuevo Estatuto? La respuesta es sencilla: objetivamente, Andalucía no tendrá la consideración jurídica que Cataluña, Galicia y Euskadi ostentarán en su demarcación como comunidad autónoma, ni su capacidad de obtener recursos económicos (asaltados a golpe de pactos de intereses con el gobierno de turno), ni sus competencias, ni su capacidad para intervenir en las decisiones y participar en los organismos colectivos del Estado. Lo ha dicho el PSOE cuando afirma abiertamente que "éste no es el Estatuto catalán", y el PP lo corrobora a la perfección cuando estampa su firma después de incluso haberlo rebajado aún más en el trámite del Congreso.
Precisamente en momentos como éste, nadie debería olvidar que fue Andalucía, con su airada e inesperada presión popular, la que ha venido dando estabilidad a un sistema autonómico que nos ha permitido convivir a todos durante los últimos veinticinco años. La oportunidad que ahora se pierde traerá, sin embargo, consecuencias que con seguridad veremos en el futuro. PP y PSOE representan exactamente lo mismo en el sesgado concepto de Estado asimétrico e insolidario, y reservan a Andalucía la misma posición vergonzante. Por eso esta reforma que hoy plantean conjuntamente es tremendamente falaz. Y lo es, sobre todo, porque nadie discute en Andalucía esa "indisoluble unidad" de la que han venido haciendo la fundamental piedra angular de su debate. El Partido Andalucista la entiende incluso de un modo moderno e integrador, algo que se construye gracias a la cohesión y a la justicia. ¿Está roto ese modelo de unidad? Desde luego, PSOE y PP llevan bastante tiempo haciendo lo posible porque no exista. Así ha ocurrido en las sucesivas mayorías absolutas de unos y otros por su inacción en la articulación de un modelo autonómico equilibrado, cuando no por sumisión en los precarios pactos de gobierno que favorecen a los territorios más ricos. Lo acabamos de comprobar, sin ir más lejos, en la reciente negociación de los Presupuestos Generales del Estado para 2007.
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