RECORDANDO A UN AMIGO

Hace una semana la vida me dió un zarpazo, un golpe al corazón. Se fue Fernando... así nomás, desplegó sus alas dejándonos a quienes lo conocimos con el alma en pena. Se fue, se fue tan lejos que nunca volveré a verle. Ya ha pasado una semana y parece que fue ayer. Para que buscar explicación, a veces parece que nada tiene sentido, cuando menos te lo esperas, se acabó, y no se puede hacer nada para echar el tiempo atrás, en fín, aunque bastante injusto tendrá que ser así.

Cuantas veces decimos: hay que aprovechar el momento, y cuantas veces nos olvidamos de cumplirlo. Todo sigue igual, bueno, sigue, sin más. El tiempo pasa y va curando todo, aunque el recuerdo perdura y nada ni nadie lo puede impedir.

Que dolor y tristeza más grande la de perder un amigo, como me pasa a mí. Me cuesta creerlo, me cuesta entender porqué justamente él tuvo que irse...

Déjenme decirles a quienes no lo conocieron, que lo conozco desde que era pequeño. Hemos compartido una gran parte de nuestras vidas, la adolescencia sobre todo, momentos gratos.

Déjenme decirles que Fernando era por sobre todas las cosas UNA EXCELENTE PERSONA, con sentimientos puros y nobles, con un sentido del humor muy peculiar. Siempre fue una persona trabajadora, luchadora y se sacrificaba demasiado por darle lo mejor a su familia.

Disfrutábamos de charlas eternas, con el amigo Benito, Miguel Padilla y yo, recordando momentos de nuestra infancia, jugando al ping pong en la mesa que nos fabricamos en el trastero de Miguel y como no recordar los buenos ratos que compartimos junto a los compañeros del Coro (en la foto puedes ver a tus amigos Benito y Miguel con algo más de pelo que ahora y a mí con esas gafas que no se como se me ocurrió comprármelas).

A todos los que lo conocimos debemos agradecer el haber tenido la suerte de conocerlo.

Para terminar, quiero decir que siempre hay algo que te hace mirar para adelante, que lo mismo que nos hace desaparecer de aquí, es lo mismo que nos hace seguir estando.

A mí se me ha perdido un gran amigo... hasta siempre, Fernando.

Tu amigo.

Mario Pérez Pérez